Hace algunas semanas leí por ahí un artículo en el que se hablaba de las consecuencias que tenía en las familias la insuficiente duración de la baja maternal y la poca conciliación que existe en la sociedad en la que vivimos así como algunas de las diferentes alternativas para afrontar los siguientes meses en los que los pequeños aún no tienen que ser escolarizados: en muchos casos, con laayuda de los abuelos (como el nuestro) y en otros teniendo que recurrir a otras soluciones, como las guarderías, escuelas infantiles o ludotecas.
En nuestro caso, se puede decir que hacemos un mix de dos de estas situaciones que he comentado y que ya hicimos en su día con la HermanaMayor.
Por supuesto, la situación en la que nos gustaría encontrarnos es la de no tener que recurrir a nadie ni dejarlos en ningún sitio; en definitiva, que los peques estuvieran con, al menos, uno de nosotros. Lamentablemente, en el país en el que vivimos esta situación parece una utopía más que otra cosa para la mayoría de las familias. Hoy en día, con los dos padres trabajando, es muy difícil poder gestionarlo todo (y si son dos, aún más) sin recurrir a nadie.
Cuando la HermanaMayor era la única personita de ese tamaño que existía en nuestra familia y llegó el momento de tomar la decisión, valoramos la opción de llevarla a una guardería (qué poco me gusta esta palabra, suena tan a párking...) cuando acabara la baja maternal y todos sus posibles añadidos. No queríamos recurrir a nadie porque para eso era nuestra hija y no queríamos poner en un compromiso a nadie. No obstante, tras darle muchas vueltas al asunto cedimos a la propuesta de los abuelos y, en realidad, era la opción menos mala; no nos hacía nada de gracia tener que dejar a la pequeña en una guardería durante todo el día con menos de 6 meses. Así pues, la pequeña se quedaba con los abuelos mientras sus padres se ganaban el sustento hasta que llegó septiembre y, entonces sí, la apuntamos a una guardería en la que esperábamos (y así fue), estuviera bien atendida.
Con el pequeñajo, la situación se repite, y esta vez la decisión ha sido más sencilla porque ya llevábamos la inercia de la HermanaMayor. De momento se queda con los abuelos y la supermami, cuando llega acompañada de su estrés (su fiel compañero inseparable) lo pasa a buscar para recoger a la grande en el colegio. En septiembre, si no cambia nada, intentaremos que el pequeñajo vaya a la misma Llar d'Infants (en catalán suena menos duro!); a ver si hay suerte.
Por supuesto, siempre tenemos ese pequeño nudo de tener que recurrir a alguien para que nos ayude con nuestros hijos, pero no lo podemos (o sabemos) gestionar de otra forma... y eso que yo tengo bastante flexibilidad horaria y la súpermami tiene un horario bastante bueno... si no, aún sería más complicado.
Se tome la decisión que se tome, es algo complicado. Por nuestra parte no queríamos 'molestar' ni 'poner en el compromiso' a nadie, pero los abuelos insistieron y -parece- que lo hacen con gusto, así que nosotros más tranquilos, los pequeños bien cuidados y, cuando tengan un añito, aunque sean pequeños, a la guardería. Somos incapaces de cargar a los abuelos con más de dos años de crianza. Además, después de ver cómo estuvo la HermanaMayor de bien cuidada en la escuela infantil y lo bien que se lo pasaba, seguiremos haciéndolo así.
Y esto no quiere decir que no necesitemos a los abuelos... ellos son los encargados de despertarlos por la mañana y de llevarlos al cole: ese gran privilegio que echamos de menos.
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