Los jueves es día de piscina de la HermanaMayor y por cuestiones de organización familiar la acompaño yo. Como no podía ser menos, el HermanoMenor también se quiere venir (no sea que se pierda una oportunidad de jugar en la piscina), así que acabamos yendo los 3.
Hay momentos delicados cuando uno se encuentra en inferioridad numérica respecto a sus hijos, sobretodo cuando ésta se da en un vestuario pero bueno, hoy no es ese el motivo de este post. Con más o menos fluidez acabamos todos en bañador, cada uno en la piscina que le corresponde y, un rato después, nos reencontramos en la ducha. Una vez estamos los 3 limpios y relucientes, toca pelearse poner crema al pequeño, discutir animar a la grande a que se vista lo antes posible y vestirse uno mismo sin que se le escape alguno de los niños...
Bien, de una manera u otra (a veces es incluso sorprendente darse cuenta de que hemos llegado hasta ahí) alcanzamos a la última fase antes de salir a la calle: Peinar y secar el pelo a la HermanaMayor.
¿Parece algo de lo más tranquilo e inspirador, no? Pues deja de serlo cuando cada dos por tres tienes que ir a buscar al pequeñajo porque se escapa (lo que, a su parecer, es altamente divertido). Tras varios viajes, normalmente consigo sobornarlo convencerlo dándole algo que comer. En fin, ahí sigo, intentando con toda mi fuerza mental que se seque el pelo de forma instantánea... En esas que la exclusiva clienta de tan particular peluquería comienza a hablar con otras niñas que se encuentran en la misma situación que ella: esperando pacientemente a que sus padres acaben de secar el pelo para ir a casa a cenar.
Un momento, es entonces cuando me doy cuenta: no estoy solo haciendo de peluquero. Y no es que seamos uno o dos… a veces hemos llegado a coincidir unos cuantos. Nos he autodenominado “Los padres del secador”. Quizás sea una señal.
Después de que mis poderes mentales fallaran y tuviera que estar una eternidad el tiempo necesario para que el pelo estuviera medianamente seco nos vamos rumbo a casa. Esta vez me voy satisfecho al ver que cada vez para más hombres ya no es raro estar en un vestuario masculino secándole el pelo a sus hijas y que otros hombres que quizás piensan que sí lo es acaben planteándose un cambio de opinión al vernos de esa guisa...
Yo creo que sí, es una señal que Los padres del secador existamos. Y sí, aún queda mucho por hacer. Sigamos avanzando, paso a paso, por una sociedad más igualitaria.
Yo también he pasado por los vestuarios de la piscina, con mis mellis (y tb escribí sobre ello). Toda una... aventura. Y sí, había más padres hombres con sus criaturas. Creo que es de los pocos lugares o situaciones en las que se nos ve más normalmente.
ResponderEliminar;)
Eso de ir al vestuario con peques merece otro post, jaja. Un abrazo!
EliminarP.D.: Hoy me toca xD
Hay una generación de padres de secador muy maja... en mi caso yo no lo uso, el padre ejemplar es el que enseña a los peques las bondades de secarse el pelo para no resfriarse :)
ResponderEliminarJajaja... pues entonces perfecto!
EliminarMe encanta, ser padre (en masculino) no quiere decir que se tenga que ser menos cariñoso o menos preocupado por sus hijos :-)
ResponderEliminarPor supuesto que no... y si alguien piensa que debe ser de otra manera sería conveniente que le 'abrieran' los ojos. El rollo machito fuertote, insensible no sirve para nada.
EliminarGracias por comentar!